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REFLEXIONES SOBRE EL TERREMOTO DE 1970: LOS DESAFÍOS EN TORNO A LA GESTIÓN DE RIESGOS DE DESASTRE

Facultad de Ciencias Forestales de la Universidad Nacional Agraria la Molina. Maestría en Conservación de Productos Forestales en la misma Casa de Estudios. Ha realizado múltiples exposiciones fotográficas, pictóricas y además de documentales sobre la historia de Huaraz que ha presentado tanto en la ciudad de Huaraz, Lima y Zurich en Suiza. Miembro activo de la Sociedad Patriótica Sánchez Carrión – Luzuriaga y Mejía, dirige el Boletín Cultural de Ancash “Alpamayo”, miembro fundador de la Asociación Núcleo Cultural para América del Sur.

Sin duda, el terremoto del 31 de mayo de 1970 ha marcado la vida de todas las personas de mi generación de alguna manera u otra. Con motivo de las celebraciones de la conmemoración de los 50 años, estos días me ha tocado escuchar testimonios de muchos sobrevivientes y el discurso es semejante. El dolor por la pérdida de lo material y de muchos seres queridos es recurrente, así como la añoranza del pasado y las críticas a lo actual.

En cierta medida son razonables todas esas críticas con respecto a la nueva ciudad, ya sea por su fealdad, falta de carácter, inseguridad, caos vehicular, perros callejeros, pocas áreas verdes, mercados mal diseñados, centralización, y así podríamos nombras muchas más falencias. Sin embargo, también hay muchas cosas que destacar.

El sismo del 70 no nos privó de gran parte de nuestras tradiciones. Contrariamente, muchas están en vigencia y cada vez tienen más adherentes y son más pomposas. Los accesos a los servicios básicos, mejor para la mayoría. También tenemos una sociedad más democrática y horizontal, donde las capacidades personales priman antes que los apellidos, el origen o nivel económico.

Una característica que – en verdad – el sismo de 1970 se encargó de desaparecer, fue sin duda la arquitectura y conformación de calles y plazas de la antigua ciudad de Huaraz. Estructuras que venían desde sus orígenes como pueblo o “Reducción de Indios” allá por 1574, cuando el capitán Alonso de Santoyo, siguiendo las instrucciones del virrey Francisco de Toledo, recorrió muchas provincias del norte del entonces Virreinato del Perú, fundando pueblos de la manera prescrita y dictaminada desde la metrópoli peninsular.

A todo ello, corresponde la actual ubicación de la Plaza de Armas de Huaraz, su actual Catedral y algunas pocas calles. Sin embargo, la destrucción y desaparición causada por el terremoto de aquella infraestructura antigua solo fue el adelanto de un proceso que ya se había iniciado algunos años antes, no por un desastre natural, pero por la mano del hombre. Las evidencias fotográficas vienen a demostrar como a vista y paciencia de las autoridades y toda la población, en la misma Plaza de Armas aparecían nuevas edificaciones que nada tenían que ver con el entorno arquitectónico que la había caracterizado por siglos. Casas de dos, tres y hasta de cinco pisos (hotel Barcelona), carentes de techos, ventanas y puertas, sin ornamentación, ausencia de grandes zaguanes de ingreso y voladizos que rompían esa conformación tradicional de las antiguas fachadas donde las únicas estructuras que sobresalían eran los balcones.

Radio Huascarán en una de las esquinas de la Plaza de Armas de Huaraz. Nuevas construcciones rompían ya toda la fisonomía arquitectónica del entorno antes de 1970 (Sotomayor, década del 60).

Por otro lado, el uso masivo del adobe como material de construcción, el desconocimiento de la tecnología para construir de forma segura usando este material, el diseño de calles que eran muy angostas, constituyeron el caldo de cultivo para un gran desastre. El terremoto de 1970 definitivamente fue la mayor catástrofe a nivel nacional hasta la fecha, por la cantidad de muertos y heridos y la destrucción de ciudades enteras. Sin embargo, en magnitud no está entre los más grandes. Si comparamos los terremotos producidos en nuestro vecino del sur, Chile, este palidece por su intensidad.

El Palais Fénix, en plena Plaza de Armas de Huaraz luego del terremoto (autor desconocido, 1970).

La pérdida de la memoria histórica ha sido y sigue siendo sin duda nuestro talón de Aquiles. Durante los casi 444 años de la existencia de Huaraz como pueblo, han sucedido muchos terremotos, y pese a eso, la ciudad se reconstruyó una y otra vez, usando los mismos materiales de forma insegura. En la actualidad, esta pérdida de la memoria histórica con respecto a los desastres se ve manifestada una vez más con la proliferación de viviendas en zonas de alto riesgo. En el año de 1941, un aluvión que se produjo por el desborde de la laguna Palcacocha, eliminó de cuajo la nueva y moderna área urbana de Huaraz. Toda esa zona, considerada en los primeros años como aluviónica, en la actualidad es uno de los bolsones más densamente poblados de Huaraz; y añadiendo al peligro el hecho de que la laguna de Palcacocha, actualmente, según los expertos, contiene 5 veces más volumen de agua que en 1941. Con el mismo dique morreico y con tan solo unos cuantos sifones que duramente tratan de contener a raya el nivel del agua, el panorama es oscuro.

Durante los casi 444 años de la existencia de Huaraz como pueblo, han sucedido muchos terremotos, y pese a eso, la ciudad se reconstruyó una y otra vez, usando los mismos materiales de forma insegura.

Las condiciones, nuevamente están dadas para un gran desastre. Según el sismólogo huaracino Leandro Rodríguez, un sismo de grandes dimensiones es el que se espera tener en las costas peruanas en los próximos 5 o 6 años. Si las predicciones son certeras, entonces tenemos 5 o 6 años para empezar a trabajar un sistema de prevención para evitar un desastre que recurrentemente tengamos que conmemorar en el futuro.

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