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Internacionales

LA UNIFICACIÓN DE LA SALUD, y las oportunidades de mejora después del coronavirus en el sistema sanitario peruano

Pedro Delgado Guillena (@pgdg)

Médico Gastroenterólogo

Médico Cirujano (Universidad Nacional de Trujillo, Perú), Especialista en Gastroenterología (Hospital Clínico San Carlos, Madrid), Máster en Endoscopia Avanzada (Universidad de Barcelona)

La pandemia producida por el coronavirus ha sido una tragedia a nivel mundial. Las estadísticas nos muestran que los países que mejor están controlando la propagación del virus son los asiáticos (Japón, Corea del Sur, China, Singapur, entre otros). Las epidemias en años previos sufridas en Asia les permitieron crear protocolos de actuación y concientizar a la población para situaciones similares en el futuro. La pandemia ha puesto en evidencia nuestra falta de preparación y, en cierta manera, el fracaso de la Epidemiología y Salud Preventiva y, en otros entornos como en el Perú, además ha puesto en evidencia la insuficiente infraestructura y la obsoleta fragmentación del sistema sanitario peruano.

La unificación de los sistemas sanitarios en Europa fue un cambio de modelo que se realizó en el siglo pasado, creando un sistema que se fundamente en la Atención Primaria (resuelve el 70% de los problemas de salud de la población). A pesar de toda la infraestructura de la sanidad europea, la pandemia ha golpeado con fuerza por una deficiente contención del virus. Se aplicaron medidas de aislamiento cuándo había muchos casos y, muy importante, no se realizó una identificación y vigilancia de los casos asintomáticos, leves o sospechosos oportunamente (fracaso de la Epidemiología y Medicina Preventiva) porque no había protocolos definidos.

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Los Inmigrantes en tiempos de coronavirus

Sociólogo, Postgrado “Inmigración y Acogida” (Universidad de Barcelona), Máster en Inmigraciones Contemporáneas (Universidad Autónoma de Barcelona), Ex secretario Ejecutivo Acciep (L’Associació Catalana de Comunicació, Investigació i Estratègia Polítiques)

A mediados de diciembre del 2019 en la ciudad de Wuhan, China, las autoridades sanitarias empezaron a detectar varios casos de neumonía producida por causas desconocidas y en menos de cuatros meses se ha convertido en una pandemia mundial. Según la Organización Mundial de Salud, a fecha 8 de abril, hay más de 1.400 millones de casos confirmados de contagio y cerca de 81.000 fallecidos a causa del COVID-19 a nivel mundial. Ningún país estaba preparado para resolver una situación como la creada por la pandemia, siendo los más castigados hasta ahora Italia y España seguido muy de cerca por Estados Unidos de Norteamérica con 367.776 casos confirmados y cera de 12.000 personas muertas.

A causa de la pandemia, la vida de las personas, las instituciones públicas y privadas, así como los gobiernos, han dado un giro de 360 grados y las políticas sobre inmigración en diferentes países también han tenido que adecuarse a la realidad. Países como Marruecos y Argelia cerraron sus fronteras; la zona Schengen, una de las mayores conquistas de la Unión Europea, la que permite la libre circulación sin pasaporte de hasta 400 millones de ciudadanos de hasta 27 países, también ha sucumbido ante la crisis del coronavirus. De tal manera, España activó el artículo 28 del código de fronteras de Schengen que permite establecer controles de sus fronteras en situaciones de estado de alarma. En Alemania, Alternativa para Alemania (AfD) pidió el cierre de fronteras y endurecer los controles a la inmigración ante la expansión del coronavirus; en Austria, el Partido de la Libertad de Austria (FPÖ) exigió poner en cuarentena a todos los inmigrantes indocumentados y solicitantes de asilo; y el gobierno de Grecia ha militarizado más sus fronteras para construir campos de detención para los inmigrantes.

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